Además, cuando escribo sobre política en redes sociales me siento obligado a hacerlo lanzando consignas y apoyos inquebrantables a una persona (o un partido), como si hubiese tomado una decisión sin fisuras y sin reticencias por algunos aspectos del proyecto, y eso invita a que me contesten con esas cuestiones con las que a lo mejor tampoco estoy de acuerdo. En esos momentos es más difícil todavía explicarlo, porque si coincido en algo con una persona que ha tomado una decisión distinta a la mía es cuando esa persona me dice: “Entonces, si estás de acuerdo conmigo, ¿por qué no votas igual que yo?”, obviando las razones que me han llevado a tomar mi decisión.

Por otra parte, cuando he hecho publicaciones con argumentos un poco elaborados, con matices, que dice cosas con las que estoy a favor y en contra, me he encontrado con un número de "me gusta" muy inferior al de otras ocasiones donde he sido más "sectario", ese texto se ha compartido menos y, por lo tanto, he llegado a menos gente, que al final es mi objetivo: explicar a mucha gente mi postura para intentar convencerles de que es la mejor. En el momento de los eslóganes, de las frases que suenan bien (aunque no digan nada), no hay lugar para las sutilezas, para la reflexión, para la discusión sosegada.

Yo he elegido apoyar el proyecto de Susana Díaz después de valorar sus pros y contras, de compararlo con el de los otros dos ‑todavía ni siquiera precandidatos‑, de poner en la balanza las ideas, los equipos, y las personalidades de las "cabezas de cartel". No expongo esas razones en las redes sociales porque no quiero recibir comentarios del tipo: "#NOesNO", "hay que escuchar la voz de la militancia", o que me digan "¡Traidor, golpista, tú no eres socialista!". Aunque reconozco que tiene un ritmo pegadizo.

Sin embargo, estoy abierto a defender mis motivos donde haga falta, a explicar mis porqués, mis argumentos a favor. Me gustaría que la otra persona los entienda aunque no los comparta, y también poder decir los puntos negativos que veo en la candidatura de Díaz porque hay que tenerlo todo en cuenta. Para poder tener esa conversación necesito tener la tranquilidad de saber que voy a ser escuchado de verdad, que no van a tergiversar mis palabras para que digan lo que otros quieren que digan. Y eso, en las redes sociales, es imposible.

Pablo Martín Calvo, militante del PSOE de Toledo