En las pasadas elecciones, el Partido Popular consiguió 16 de los 33 escaños, 15 fueron para el PSOE y 2 para Podemos. Los resultados arrojaron una diferencia de poco más de quince mil electores entre los dos principales partidos, y de casi doce mil entre Podemos y Ciudadanos. Por detrás, pero con un número de votos significativos, Ganemos‑IU, con casi treinta y cinco mil votos, y UPyD con algo más de diez mil votos.

Por provincias, la región se dividió entre aquellas que fueron eminentemente bipartidistas, Ciudad Real y Cuenca, donde, en el momento de la implosión de la “nueva política”, solo PP y PSOE obtuvieron escaños. De otro lado se situaron Toledo y Guadalajara, donde Podemos obtuvo un diputado por estrecho margen ‑poco más de mil votos en el caso de Toledo‑, y donde además el PSOE no perdió su cuarto diputado, por similares cifras, frente a Ciudadanos.

Para analizar lo que ha ocurrido desde esas elecciones hasta hoy, tenemos dos elementos que pueden ser de interés, tomados eso sí con la suficiente cautela: el sondeo interno del PSOE de Castilla‑La Mancha, publicado por periodicoclm.publico.es el pasado 27 de julio, y los sondeos del CIS. Desconocemos que haya alguna otra encuesta o sondeo sobre la situación política regional en estos últimos dos años y medio.

El sondeo interno del PSOE castellano‑manchego señala la subida de algo menos de dos puntos de los socialistas, el descenso de tres puntos de los ‘populares’, la subida de casi cuatro puntos de Ciudadanos, y la pérdida de casi un punto de Podemos (sin contar con la posible confluencia con Izquierda Unida). El citado sondeo, del que desconocemos la ficha técnica, parece que se realizó en las fechas próximas al pacto PSOE‑Podemos, del pasado mes de julio.

Por su parte, el sondeo del CIS, realizado entre los días 2 y 11 de octubre, deja algunos puntos de interés que, aunque con precauciones, cabe destacar. Por un lado, encontramos que el eje centro‑derecha vuelve a sumar una mayor intención de voto, frente a los resultados del anterior sondeo del CIS, donde las fuerzas de centro‑izquierda obtenían mejores resultados, menoscabados ahora por la caída de Unidos Podemos. En el centro‑derecha, la subida de la intención de voto a favor de Ciudadanos sitúa por delante al sumatorio PP‑C’s, lo que resulta reseñable en unas hipotéticas elecciones en primavera, al calor de los "aún" indeterminados resultados de los comicios en Cataluña.

Estos resultados deben ser tomados con prudencia, ya que este sondeo se ha realizado antes de la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Hay que esperar, sin duda, a la celebración de las elecciones catalanas para hacer un análisis más amplio de la situación política a nivel estatal.

No obstante, y a falta de un ‘Quijotebarómetro’ para la región, como ya propuso en su día el Colegio de Ciencias Políticas y Sociología de Castilla‑La Mancha, la cultura política de nuestra región se ve afectada por algunas diferencias destacables respecto a la política estatal. En primer lugar, el bipartidismo en Castilla‑La Mancha aún es muy fuerte en comportamiento de voto, y el efecto de los "nuevos partidos" en los pasados comicios tuvo un impacto menor que en otras regiones. Por otro lado, la estructura electoral de la región está basada en una ley electoral donde la provincia es la circunscripción, lo que limita la validez de los estudios y sondeos que se realizan a nivel autonómico, sin tener en cuenta esta circunstancia. En tercer lugar, está el hecho de que nuestro parlamento tiene el menor número de parlamentarios por persona del conjunto de los parlamentos de las regiones con unos dos millones de habitantes. Y, por último, el efecto de la política estatal condiciona, habitualmente, el comportamiento electoral de los castellano‑manchegos en la elección de su voto a nivel regional.

INCÓGNITAS PARA 500 DÍAS

Y con todo ello, son varias las incógnitas que se abren en el nuevo escenario electoral castellano‑manchego.

Según informó la cadena SER, algunas fuerzas políticas tienen interés en modificar el número de diputados en las Cortes regionales, dentro, obviamente, de los márgenes que permite el Estatuto de Autonomía, el cual, a estas alturas de la Legislatura es imposible de modificar. Si se produjera, alteraría sobremanera los resultados de los próximos comicios, aunque todo dependerá del número y de a qué provincias corresponden los nuevos parlamentarios.

¿Cómo funcionará el sumatorio Podemos‑IU, si se produce? En 2015 ambas formaciones tenían más de 140.000 votos, pero, la incógnita es saber si el que se presenten juntos se traducirá en una suma de conjuntos o, por el contrario, esto provocará una fuga de votos, como ya ocurrió en las últimas elecciones generales.

¿Cuál sería el planteamiento de Ciudadanos en caso de ser llave de gobierno, ante una hipotética victoria simple en votos del Partido Socialista, pero cuyo resultado otorgue la posible conformación de una mayoría de gobierno azul‑naranja?

Y, por último, el aumento de Ciudadanos a nivel estatal, según el sondeo del CIS del pasado mes de octubre, ¿se traducirá en un crecimiento de la masa electoral del partido naranja en la región?

Como vemos, se abre un escenario de gran interés, marcado por la política a nivel estatal, la influencia de la crisis catalana, la modificación o no de la ley electoral,  y otras variables que nos anuncian que estamos ante un escenario electoral, que dará lugar a cientos de titulares.